El miedo y la ansiedad son parte de la vida.
“El miedo y la ansiedad son parte de la vida.” Encontré esta frase
buscando información sobre el transtorno de ansiedad y me llevó a pensar
en lo poco que muchas personas entienden o conocen sobre el tema. Estoy
hablando del trastorno de ansiedad, no de una ligera sensación de
nerviosismo como la que sientes antes de un examen, o al caminar por una
calle que te hace sentir inseguro, hablo de un punto en el que las
cosas se vuelven irracionales y no puedes evitarlo. Es algo tan grande
que afecta tu cuerpo.
Dolores de cabeza, sentir que te llenan con cemento el estómago y
piensas “tranquilo, todo estará bien”, pero en el fondo hay una voz que
te dice que no es cierto, que no está bien. No sabes por qué y por más
que intentas racionalizar las cosas, eso nunca funciona, entonces
empieza a latir más fuerte tu corazón y tal vez tus dedos se mueven muy
rápido sobre la mesa, tal vez incluso rascas tu brazo o tu pierna, o tal vez aprietas un lápiz con tanta fuerza en el puño
que casi pueden romperlo.
“Respira hondo, tranquilo”, te sigues repitiendo y tratas de pensar en
tu lugar seguro, en algo que te calme, pero no funciona y tu corazón
late más aprisa, tus pies tal vez sienten ganas de salir corriendo pero
no puedes moverte más, porque tu cuerpo se tensa y con más desesperación
te dices todo tipo de frases mentalmente para poder calmarte, pero
sabes que eso no se puede, que esa voz irracional es más fuerte que tú y
comienza a faltarte el aire, se te atoran las palabras en la garganta y
no puedes ni pedir ayuda, y la falta de oxígeno hace que sientas
hormigueo en tus manos y en tu cara, mientras la gente lo nota y te
preguntan qué pasa, pero no lo sabes y estás más allá de donde ellos
pueden llegar. No puedes apagar esa voz que te dice que algo está mal,
esa voz que te llena de pánico producto de la nada y el cual se alimenta
con el menor toque.
Simplemente no puedes.
Pero, ¿qué haces si alguna vez a una persona con ansiedad y tú jamás la has experimentado a ese nivel?
Primero que nada, dale espacio, dale tiempo. No le quites el aire que
le falta, por más preocupado que estés y no lo presiones con preguntas
porque su cerebro presa del pánico, difícilmente puede ordenar sus ideas
y procesar lo que sucede a su alrededor.
Muchas personas creen que un abrazo puede ayudar, pero a veces eso solo
lo empeora; depende de la persona, supongo, pero intenta ver cómo
reacciona al contacto antes de tener un gesto más fuerte como abrazarle.
Si por ejemplo, pones la mano sobre su hombro y la persona se aleja, te
lo repito: dale espacio. Y si hay mucha gente alrededor, trata de
alejarlos y de conducir a la persona a un lugar más privado donde no
sienta la presión de los curiosos.
Un poco de agua también podría funcionar, para ayudar a respirar mejor
Pero lo más importante es lo siguiente: no le diga que se calme.
Ayúdale a respirar, ¿por qué no? Háblale con calma al recordarle que
inhale, sostenga el aire y exhale, pero no digas “tranquilo, no es para
tanto”. ¿Crees que no lo sabe? Sí que lo sabe, pero esa frase no es
suficiente para que pueda calmarse, porque esa frase carece de sentido
en el momento como si le hablaran en otro idioma. No minimalices lo que
esa persona está pasando solo porque tú tienes la suerte de no saber lo
que se siente tener un ataque de pánico, sea por la razón que sea. Por
favor no lo hagas y no le repitas eso cuando vuelva en sí. No le digas
que no es para tanto, que no debe ponerse así, que estaba siendo
dramático. Eso, te lo aseguro, no ayuda en absoluto.
Y una última sugerencia es que si conoces gente que pasa por esto,
infórmate un poco, busca en libros o en internet, pregunta a un
especialista si tienes la oportunidad, porque solo entendiendo se puede
ayudar a la gente, incluso si tú no pasas por esto.
No lo sé, piénsalo.
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