Lidiando con el "Síndrome de la hoja en blanco".
Cuántas
veces no nos hemos encontrado frente a un nuevo documento de Word, un lienzo vacío en algún problema
de diseño, o simplemente frente a una página vacía que necesita llenarse. Un
ensayo, un cuento, una pintura, un diseño web, una carta, una canción, un
poema, un artículo, un logotipo, lo que sea el punto es crear algo desde cero,
pero ¿cómo? O, ¿por dónde empezar? Es como si esa blancura nos consumiera y se
copiara en nuestra mente, volviéndonos incapaces de pensar en un inicio o de
poner si quiera las primeras palabras o líneas. Ceros. Nada. Blanco. Eso es el
síndrome de la página (u hoja) en blanco.
Es una clase de bloqueo creativo que
causa angustia de solo ver ese espacio que es nada y no tener idea de cómo
enfrentarlo. Si bien, esto se aplica principalmente a los escritores, no es
exclusivamente de quienes practican la redacción en su vida diaria, tanto de
forma artística como cosas de carácter académico o científico, afecta incluso a
diseñadores gráficos, diseñadores publicitarios, diseñadores de web, pintores,
dibujantes… a cualquier persona que necesite usar de su creatividad, el cual
puede presentarse en momentos donde el estrés, lejos de ayudarnos a ser
productivos, termina por abrumarnos.
Es una cosa terrible de enfrentar y
también difícil, por más páginas con consejos que encontremos y créanme, he
visto todo tipo de técnicas e ideas que se suponen que deben ayudar, pero
algunas ni siquiera llego a probarlas, porque cada situación demanda medidas
diferentes, pero puedo compartir los que para mí suelen ser más efectivos.
1.-
SALIR. Resulta que a veces no salgo del mismo espacio de trabajo por varias
horas, e incluso mi rutina me lleva del encierro de la escuela, al encierro en
mi casa, así que a veces lo que necesito es pararme de mi asiento y salir por
lo menos a la terraza o al patio de mi casa, incluso dar una pequeña caminata a
la tienda con tal de respirar hondo y dejar que el aire me refresque la mente.
2.-
LIMPIAR. Sí, así como lo leen. Más de una vez me he puesto a limpiar mi
casa -o por lo menos m habitación-, a las once de la noche interrumpiendo un
ensayo o cualquier trabajo escolar. Poner las cosas de regreso en su lugar, hacer
espacio y quedarme en el escritorio solo con las cosas que necesito para
continuar. Tal vez parezca una distracción, pero en realidad lo veo como quitar
distractores del espacio de trabajo y así resulta más sencillo concentrarse en
la tarea principal.
3.- TOMAR UN BAÑO. No sé ustedes, pero personalmente me va muy bien
tomar una ducha. No solo es un pequeño descanso, sino que muchas veces usamos
ese tiempo para reflexionar hasta en las cosas más sencillas y profundas de la
vida, incluso la mente puede divagar en detalles que no habíamos tomado antes
y, como al momento de salir por un poco de aire, también se refresca la mente.
Claro, estas cosas las hago cuando tengo tiempo y
estoy en el lugar adecuado, pero otras veces las fechas límites son demasiado
cortas, o no estamos en nuestras casas como para darnos amplias libertades para
lidiar con este pequeño bloqueo mental, que nos hace querer darnos de cabezazos
contra el teclado hasta quedar inconscientes. Eso no funcionaría mucho de todos
modos, así que esto es lo que yo hago en esos momentos donde la presión se
siente mayor:
1.- COMENZAR. Sí, ya sé que el principal problema es que no le ves
ni pies ni cabeza a lo que debes de hacer, pero si comienzas por algún lado, si
empiezas poniendo algunas palabras o haciendo algunas líneas, ya estás
trabajando y eso terminará llevándote a algún sitio. Tal vez en el momento no
te parece la mejor producción, pero ya tendrás algo para revisar más tarde y
hacerle todos los cambios que se te antojen, el punto es comenzar a hacer algo
sin importar qué tan malo parezca, porque eso es un mejor comienzo que nada y
muchos autores lo han dicho con sus propias palabras, esta vez me permito citar
a Tchaikovsky:
“La inspiración es
un huésped que no visita de buena gana al perezoso.”
En otras palabras: no te quedes esperando a que te
llegue una “inspiración divina”, solo comienza con lo primero que se te venga a
la mente.
2.- RECICLAR. Resulta que esto no aplica solo a la basura que
creamos, sino también a las ideas. Mirar viejos apuntes o anotaciones de tu
libreta, diseños que habías tenido con anterioridad y no llegaron a nada,
incluso buscar ideas en internet, cosas sobre el tema que puedan ayudarte a
desarrollar tu trabajo. Claro, no hablo de plagio ni robo, pero pongamos algo
en claro: la mayoría de las cosas que pienses –por no decir todas-, ya las ha
desarrollado alguien más, pero eso no significa que no puedas hacerlo con tu
propia voz, tu propio estilo y a veces, no viene mal buscar el trabajo de los
demás para innovar en un proyecto personal.
3.- CONSULTAR. Siempre podemos encontrar a alguien a quién
preguntarle su opinión sobre lo que ya hemos empezado a hacer o, en todo caso,
sobre qué haría para resolver cierto problema o tratar determinado tema. Es
como trabajar en equipo hasta cierto nivel y de verdad, puede dar buenos
frutos, bien dicen que dos cabezas piensan mejor que una y en lo que a mí
respecta… muchas veces funciona.
Pero, como dije, estas son solo las cosas que mejor me
funcionan a mí, al final cada quién encontrará las mejores opciones para combatir
este abrumador problema. No lo sé, piénsalo.
Cada año enfrento a esta situación varias veces, y sucede que en ocasiones al estar desarrollando un escrito, encuentro ideas para el siguiente proyecto y las anoto.
ResponderEliminarApuntar cada idea que surge y tener un archivo de ellas me ha funcionado. Como en mis proyectos la música es importante, también ésta me lleva al punto donde quiero llagar.
Bien dices que una idea te lleva a la otra.
Lo más difícil es comenzar, por eso hay que poner la idea inicial como si se la estuvieras platicando a alguien. Exactamente con las mismas palabras y dudas.
ResponderEliminarConforme vayas escribiendo saldrá la mejor oración que marcará el inicio de tu escrito. Será la puerta de entrada.