Lidiando con el "Síndrome de la hoja en blanco".



Foto: Pixabay
Cuántas veces no nos hemos encontrado frente a un nuevo documento de Word, un lienzo vacío en algún problema de diseño, o simplemente frente a una página vacía que necesita llenarse. Un ensayo, un cuento, una pintura, un diseño web, una carta, una canción, un poema, un artículo, un logotipo, lo que sea el punto es crear algo desde cero, pero ¿cómo? O, ¿por dónde empezar? Es como si esa blancura nos consumiera y se copiara en nuestra mente, volviéndonos incapaces de pensar en un inicio o de poner si quiera las primeras palabras o líneas. Ceros. Nada. Blanco. Eso es el síndrome de la página (u hoja) en blanco.
            Es una clase de bloqueo creativo que causa angustia de solo ver ese espacio que es nada y no tener idea de cómo enfrentarlo. Si bien, esto se aplica principalmente a los escritores, no es exclusivamente de quienes practican la redacción en su vida diaria, tanto de forma artística como cosas de carácter académico o científico, afecta incluso a diseñadores gráficos, diseñadores publicitarios, diseñadores de web, pintores, dibujantes… a cualquier persona que necesite usar de su creatividad, el cual puede presentarse en momentos donde el estrés, lejos de ayudarnos a ser productivos, termina por abrumarnos.
            Es una cosa terrible de enfrentar y también difícil, por más páginas con consejos que encontremos y créanme, he visto todo tipo de técnicas e ideas que se suponen que deben ayudar, pero algunas ni siquiera llego a probarlas, porque cada situación demanda medidas diferentes, pero puedo compartir los que para mí suelen ser más efectivos.
            1.- SALIR. Resulta que a veces no salgo del mismo espacio de trabajo por varias horas, e incluso mi rutina me lleva del encierro de la escuela, al encierro en mi casa, así que a veces lo que necesito es pararme de mi asiento y salir por lo menos a la terraza o al patio de mi casa, incluso dar una pequeña caminata a la tienda con tal de respirar hondo y dejar que el aire me refresque la mente.
            2.- LIMPIAR. Sí, así como lo leen. Más de una vez me he puesto a limpiar mi casa -o por lo menos m habitación-, a las once de la noche interrumpiendo un ensayo o cualquier trabajo escolar. Poner las cosas de regreso en su lugar, hacer espacio y quedarme en el escritorio solo con las cosas que necesito para continuar. Tal vez parezca una distracción, pero en realidad lo veo como quitar distractores del espacio de trabajo y así resulta más sencillo concentrarse en la tarea principal.
3.- TOMAR UN BAÑO. No sé ustedes, pero personalmente me va muy bien tomar una ducha. No solo es un pequeño descanso, sino que muchas veces usamos ese tiempo para reflexionar hasta en las cosas más sencillas y profundas de la vida, incluso la mente puede divagar en detalles que no habíamos tomado antes y, como al momento de salir por un poco de aire, también se refresca la mente.
Foto: cottonbro
Claro, estas cosas las hago cuando tengo tiempo y estoy en el lugar adecuado, pero otras veces las fechas límites son demasiado cortas, o no estamos en nuestras casas como para darnos amplias libertades para lidiar con este pequeño bloqueo mental, que nos hace querer darnos de cabezazos contra el teclado hasta quedar inconscientes. Eso no funcionaría mucho de todos modos, así que esto es lo que yo hago en esos momentos donde la presión se siente mayor:
1.- COMENZAR. Sí, ya sé que el principal problema es que no le ves ni pies ni cabeza a lo que debes de hacer, pero si comienzas por algún lado, si empiezas poniendo algunas palabras o haciendo algunas líneas, ya estás trabajando y eso terminará llevándote a algún sitio. Tal vez en el momento no te parece la mejor producción, pero ya tendrás algo para revisar más tarde y hacerle todos los cambios que se te antojen, el punto es comenzar a hacer algo sin importar qué tan malo parezca, porque eso es un mejor comienzo que nada y muchos autores lo han dicho con sus propias palabras, esta vez me permito citar a Tchaikovsky:

“La inspiración es un huésped que no visita de buena gana al perezoso.”

En otras palabras: no te quedes esperando a que te llegue una “inspiración divina”, solo comienza con lo primero que se te venga a la mente.
2.- RECICLAR. Resulta que esto no aplica solo a la basura que creamos, sino también a las ideas. Mirar viejos apuntes o anotaciones de tu libreta, diseños que habías tenido con anterioridad y no llegaron a nada, incluso buscar ideas en internet, cosas sobre el tema que puedan ayudarte a desarrollar tu trabajo. Claro, no hablo de plagio ni robo, pero pongamos algo en claro: la mayoría de las cosas que pienses –por no decir todas-, ya las ha desarrollado alguien más, pero eso no significa que no puedas hacerlo con tu propia voz, tu propio estilo y a veces, no viene mal buscar el trabajo de los demás para innovar en un proyecto personal.
3.- CONSULTAR. Siempre podemos encontrar a alguien a quién preguntarle su opinión sobre lo que ya hemos empezado a hacer o, en todo caso, sobre qué haría para resolver cierto problema o tratar determinado tema. Es como trabajar en equipo hasta cierto nivel y de verdad, puede dar buenos frutos, bien dicen que dos cabezas piensan mejor que una y en lo que a mí respecta… muchas veces funciona.
Pero, como dije, estas son solo las cosas que mejor me funcionan a mí, al final cada quién encontrará las mejores opciones para combatir este abrumador problema. No lo sé, piénsalo.

Comentarios

  1. Cada año enfrento a esta situación varias veces, y sucede que en ocasiones al estar desarrollando un escrito, encuentro ideas para el siguiente proyecto y las anoto.

    Apuntar cada idea que surge y tener un archivo de ellas me ha funcionado. Como en mis proyectos la música es importante, también ésta me lleva al punto donde quiero llagar.

    Bien dices que una idea te lleva a la otra.

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  2. Lo más difícil es comenzar, por eso hay que poner la idea inicial como si se la estuvieras platicando a alguien. Exactamente con las mismas palabras y dudas.
    Conforme vayas escribiendo saldrá la mejor oración que marcará el inicio de tu escrito. Será la puerta de entrada.

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